sábado, 10 de octubre de 2015

Historia para leer a niños de 4º, 5º y 6º de Primaria

En esta nueva entrada voy a publicar una historia que escribí en el més de febrero en el que estuve haciendo mis primeras prácticas de magisterio en el colegio Torrevilano, que se encuentra en la zona del ensanche de Vallecas. Este colegio tenía un proyecto en el que se trabajaba la inteligencia emocional y cada semana trabajaban una emoción diferente. Una de las semanas que yo estuve, el colegio trataba la emoción de la IRA y pregunté a mi tutor de prácticas si para participar podía escribir una historia al respecto para leerla en alguna clase. Escribí esta historia que titulé "La historia de Daniela" y al día siguiente la leí en varias clases de 4º y 5º de primaria. Ese mismo día en el recreo de la mañana se me acercaron varios niños y niñas de clase para decirme personalmente que les había encantado la historia y que les había sorprendido mucho el final.  Por ello creo que puede ser buena para contarse en las aulas con fines educativos, o por lo menos la idea principal, y también que debería compartirla en algún sitio.



La historia de Daniela

   Daniela era una niña de 11 años, que vivía en una casa con un patio enorme, en las afueras de Madrid. Era una niña muy inteligente y desde muy pequeña le habían encantado los caballos. Su padre trabajaba en un establo con varios caballos, y en el que había una yegua de color marrón muy clarito y el pelo negro que se llamaba Dulce. Aquella yegua era sin duda la preferida de Daniela, que desde el primer día que la vio, se dedicó a cuidarla y a pasear con ella.

Los fines de semana, Daniela solía irse al campo con su padre a dar una vuelta a caballo, o a clases de hípica. Sabía montar muy bien, y daba enormes saltos con duce que dejaba boquiabiertos a los monitores de hípica. Ella sola se había encargado de enseñar a su yegua a saltar.

Un día, su padre se enteró de que había una competición de saltos en la que podría participar y donde ella podría demostrar todas sus habilidades con su yegua. Decidió contárselo a Daniela por si quería participar y esta, llena de ilusión, dijo que quería participar en aquella competición de saltos y que se iba a preparar para ganar.

Daniela fue con su padre a inscribirse para la competición y mientras su papa rellenaba unos papeles, Daniela se puso a hablar con otra chica que se llamaba Esperanza y al parecer era la que todos los años ganaba y que era la hija de la directora de la competición. Esperanza sabía que Daniela era una chica excelente, que sería una gran rival y que incluso podría ganarla sin problemas. Entonces para Desmotivar a Daniela, Esperanza comenzó a insultarla, a decirle que su yegua era fea, torpe y que había que saber montar muy bien a caballo para participar en la competición. Pero Daniela que era más lista, sabía perfectamente que su yegua era preciosa y que era lo suficientemente buena como para ganar aquella competición, así que después de escuchar las absurdas criticas de esperanza, se marchó diciéndole – Bueno, te veré en la competición-

Un día antes de la competición, el padre de Daniela recibió una llamada de la directora de la competición de saltos anunciándole que la competición se había suspendido y cuando se lo dijo a Daniela esta se llevó una gran desilusión.

Al día siguiente, un amigo de Daniela llamó a su casa para preguntar porque no había asistido a la competición de saltos y por lo visto, al final, si se había celebrado una competición de saltos en la que esperanza, ganó. En ese momento Daniela se dió cuenta de que le habían engañado, para que no participase en la carrera. En ese momento se enfureció por dentro y tenía mucha rabia por dentro. Se dirigió con su padre inmediatamente a la competición y cuando llegó se encontró a Esperanza haciéndose fotos con la directora y con su nuevo trofeo. En ese momento, Daniela se enfureció muchísimo más, sentía mucha ira y muchas ganas de acercarse a Esperanza, decirle que no se merecía ese trofeo y tirárselo al suelo. Al final no pudo contener toda su ira y fue a por ella.

Sin embargo, mientras Daniela se acercaba a ella pensó – Espera un momento, si yo ya sé que soy capaz de realizar saltos magníficos y que mi yegua es excelente ¿Para qué voy a tener que preocuparme en demostrárselo a esta chica? No necesito su reconocimiento ni el de los demás para vivir a gusto ¿Y para qué voy a romperle el trofeo? Tampoco necesito un trofeo para demostrarme a mi misma lo buena que soy, ni para disfrutar de lo que hago. ¿Para que voy a complicarme la vida tontamente? ¿Para que montar aquí un escándalo? Me da hasta pereza y todo fíjate-.  En ese momento, la ira y la rabia que sentía Daniela desapareció tan poco a poco como pudo empezar a experimentar una cómoda sensación de paz, tranquilidad y satisfacción que no quería alterar. Como en ese momento ya estaba demasiado cerca de Esperanza y de la directora,  Daniela ya aprovechó para darle la enhorabuena a Esperanza, acción que la dejó perpleja a ella y a la directora. FIN

Nota: Aunque personalmente creo que para cuidar una buena salud emocional en los niños las emociones no deberían ser reprimidas, y a ser posible, todas las emociones deberían ser expresadas, incluyendo la ira (solo que esta especialmente se ha de aprender a canalizars) por motivos de evidente polémica decidí no tratar esta emoción de una forma profunda. Consideré la fácil opción de que el personaje principal tuviera una gran autoestima y salud emocional, para destacar ese aspecto a la hora de resolver la situación, cosa que creo que a los niños más les gustó.

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